martes, 18 de mayo de 2010

UNASUR: REGIONALIZANDO INTERESES PERSONALES

En el sur de nuestro continente los países están tratando, una vez más, de unirse en pos de declamados intereses regionales.

La UNASUR o Unión de Naciones Sudamericanas acaba de elegir como su primer Secretario General, al Dr. Néstor Kirchner, ex presidente de Argentina y esposo de la actual primera mandataria del mismo País.

Es curioso los intentos de los miembros de la Unasur de transformarse en una especie de bloque paralelo a la Unión Europea, cuando existen preacuerdos regionales que vinculan a distintos Estados en bloques más pequeños, y cuando, fundamentalmente, existen graves desacuerdos entre alguno de ellos.

La región ya ha visto nacer, y alguno dicen morir también, el mega acuerdo del ALCA o Área de Libre Comercio de las Américas, una iniciativa promovida desde el gobierno de los Estados Unidos, en busca de acuerdos comerciales, que vistos con justicia, poco iban a beneficiar a largo plazo a las naciones sudamericanas.

También se creó la CAN o Comunidad Andina, un bloque integrado por Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador, organismo que a la luz de las diferencias ideológicas que mantiene los actuales gobiernos de Bolivia y Ecuador, con Perú y, fundamentalmente Colombia, tiene pocas posibilidades de supervivencia.

Como contraposición al ALCA nació el ALBA o Alianza Bolivariana para América, una propuesta del Presidente venezolano Hugo Chávez detrás de una estrategia ideológica que encontró eco en los países socialistas más radicalizados del continente: Venezuela, Cuba, como su primer aliado, Nicaragua, Bolivia y Honduras, mas tres islas menores del Caribe (Antigua y Barbuda, Dominica, y San Vicente) y un muy curioso país observador: Vietnam.

En medio de todo esto está el MERCOSUR, o Mercado Común del Sur, una estrategia en principio aduanera entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, Bolivia y Venezuela.

El MERCOSUR ha ido y venido en acuerdos y peleas entre sus miembros que lo han debilitado como alternativa válida, y lo que comenzó pretendiendo transformarse en una copia de Europa, o apenas si mantiene sus acuerdos aduaneros no sin reiteradas contramarchas entre sus dos miembros más grandes: Brasil y Argentina.

En una jugada de proyección, el presidente de Brasil, Lula da Silva promueve la UNASUR, incluyendo en la misma a doce países: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela, Guyana, Surinam, y Chile.

Obviamente es el proyecto regional de mayor envergadura que, sin embargo, adolece de la unidad de objetivos globales necesarios para que su vida pueda augurarse, aunque sea, un poco más larga que los anteriores acuerdos.

El problema con la UNASUR son los intereses particulares que alguno de sus miembros tienen, comenzando por el flamante Secretario General: Kirchner es un ex presidente, que le entrega el gobierno a su propia esposa, que se postula a y gana una Diputación en el Congreso Nacional, que asume la presidencia del Partido Justicialista que maneja el gobierno y mayoritariamente todos los sindicatos de Argentina, y que asume la Secretaria de la UNASUR (un puesto de dedicación exclusiva según los Estatutos) sin renunciar a ninguno de esos cargos anteriores, en una evidente ambición de concentración de poder en vistas a obtener el máximo apoyo financiero y político para una nueva postulación presidencial en su país una vez que su esposa cumpla con su mandato.

Irónicamente, el proclamado Secretario General por unanimidad, aún no cuenta con el Consenso Parlamentario del Congreso de Argentina (cuerpo deliberativo que él mismo integra como Diputado Nacional) que ratifique su designación como cabeza máxima de ese organismo multilateral.

Es obvio que la jugada política para que Kirchner fuese Secretario General, ha sido casi una imposición obligada hacia los otros países. Cabe preguntarse cómo se le dice que no a la postulación un ex presidente, esposo de la actual presidenta de uno de los países miembros. La negativa de Uruguay a la candidatura de Kirchner, sostenida por el anterior presidente, quedó superada después de la charla amistosa que mantuvo Cristina Fernández de Kirchner con su par uruguayo José Alberto Mujica, luego del fallo de la Corte Internacional de la Haya en relación al conflicto con las pasteras y la contaminación del Rio Uruguay, que favoreció al país oriental, y que contó con la promesa de Argentina de bajar los decibeles de los Asambleístas de Gualeguaychú en los cortes del puente internacional.

Por su lado el presidente venezolano Hugo Chávez quiere constituirse en el referente de una revolución socialista en la región para lo cual no ha temido tratar de comprar con petrodólares y petróleo a distintos gobiernos vecinos, a la vez que mantiene una hipótesis de guerra con la limítrofe Colombia y, eventualmente una posible hipótesis de conflicto con el chileno Sebastián Piñera, antiguo seguidor incondicional de Pinochet y admirador de todo lo que tenga, aunque más no sea, “olor” a Estados Unidos.

Chávez, también agrega un condimento más a esta “ensalada” con dos relaciones, por decir lo menos, peligrosas para toda la región: el dialogo evidente que mantiene con las FARC en Colombia, y las relaciones casi carnales que quiere establecer con el gobierno fundamentalista islámico de Teherán.

El gigante Brasil tiene un presidente que aspira a quedar en el bronce y que ve en organismos multilaterales una posibilidad cierta de perpetuarse en la historia mundial. En tal sentido no le incomoda meterse entremedio del mismísimo Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y autoproclamarse como interlocutor válido con el Presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, en medio del conflicto por el desarrollo de tecnología nuclear y las consecuentes sanciones que la ONU le quiere aplicar.

Evo Morales, desde su magistratura en Bolivia, pugna por el cultivo irrestricto de la hoja de coca, alegando ancestrales tradiciones, pero no dejando de ver que en un cultivo legal, el dinero que le entraría a su muy empobrecido país por parte de los carteles de la droga, no seria para nada despreciable. Bolivia no tiene las inmejorables condiciones climatológicas de Colombia para la producción de Coca, pero supliría eso con un cultivo protegido por ley.

El resto de los países integrantes de la UNASUR más parecen “convidados de piedra” que sólo están para apoyar las decisiones de los “grandes”, que miembros activos con propuestas de alcance regional.

Los destinos de la UNASUR pueden ser de grandeza o ruina en la medida que sus más conspicuos integrantes, adhieran o rechacen la posibilidad de un acto de grandeza política y comiencen a mirar su futuro como un futuro de todos, y para todos, y no como un pequeño y mezquino negocio personal.


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