martes, 20 de julio de 2010

FELIZ DIA AMIGOS

Para quienes no sean argentinos, o no lo sepan, hoy 20 de Julio en mi País ( y en varios otros países también ) se celebra el Día del Amigo.
No es una celebración casual. Hacen 41 años el hombre pisaba la Luna, era el acontecimiento más importante en siglos, y la humanidad estaba parada frente a los televisores y las radios, viendo, oyendo las palabras históricas de Neil Amstrong. Lo curioso del caso es que frente a las radios y los televisores estaban parados tanto buenos, como malos hombres, sin distinción.
En ese día, y por única vez, los índices de criminalidad en el mundo entero bajaron dramáticamente, ese día el hombre fue más amigo del hombre.
Fue un compatriota mío quien, basado en esas estadísticas, propuso que el 20 de Julio se celebrara en todo el mundo el Día del Amigo; y como la caridad bien entendida comienza por casa, Argentina lo adoptó de inmediato.
Muchos que estarán divirtiéndose quizá no sepan este por qué, pero hoy es un día especial, hoy celebramos a aquellos que elegimos libremente para que acompañen nuestro camino como hermanos dilectos. Hoy celebramos a los amigos.
A lo largo de mi vida he cosechado la amistad de muchas personas, hombres y mujeres, que me honraron con su afecto, con su confianza y con su compañía.
Argentina, Chile, España, Italia, Estados Unidos y Colombia fueron y son fuente generosa donde abrevo del agua dulce de la amistad.
Permítanme recordar a un amigo en particular, a mi viejo y querido amigo Osvaldo Olivella (no importa si lee, o no, esta carta, pero permítanme recordarlo), porque teníamos trece años de edad cuando comenzamos nuestra amistad y casi treinta y ocho años después aún se mantiene. Es el tipo que sabe todo de mí, el que se alegró con cada logro mío, el que lloró conmigo la muerte de mi hijo - que también era su ahijado -, el que me escribió una carta y me la entregó en mi mano en el aeropuerto cuando yo tomaba el avión que me traería a Estados Unidos donde me decía, proféticamente, que lo mejor de mi vida estaba por comenzar, el que se enoja cada vez que regreso a mi País y no alcanza el tiempo para más asados y partidas de billar. Es a estos personajes íntimamente nuestros a los que hoy celebramos, y también a los que, sin este lazo de hermandad elegida, transitan esta vida compartiendo el sendero.
He apelado a las letras de un poeta para acercárselas a modo de cariñoso presente en este momento de gozo, a ustedes, mis amigos.
Feliz Día, mis queridos amigos del alma.



SE BUSCA UN AMIGO
Vinicius de Moraes

No es necesario que sea hombre,
basta que sea humano,
basta que tenga sentimientos,
basta que tenga corazón.
Se necesita que sepa hablar y callar,
sobre todo que sepa escuchar.
Tiene que gustar de la poesía,
de la madrugada,
de los pájaros, del Sol, de la Luna,
del canto, de los vientos
y de las canciones de la brisa.
Debe tener amor,
un gran amor por alguien,
o sentir entonces,
la falta de no tener ese amor.
Debe amar al prójimo
y respetar el dolor que los
peregrinos llevan consigo.
Debe guardar el secreto sin sacrificio.
No es necesario que sea de primera mano,
ni es imprescindible que sea de segunda mano.
Puede haber sido engañado,
pues todos los amigos son engañados.
No es necesario que sea puro,
ni que sea totalmente impuro,
pero no debe ser vulgar.
Debe tener un ideal, y miedo de perderlo,
y en caso de no ser así,
debe sentir el gran vacío que esto deja.
Tiene que tener resonancias humanas,
su principal objetivo debe ser el del amigo.
Debe sentir pena por las personas tristes
y comprender el inmenso vacío de los solitarios.
Debe gustar de los niños y sentir
lástima por los que no pudieron nacer.
Se busca un amigo para gustar de los mismos gustos,
que se conmueva cuando es tratado de amigo.
Que sepa conversar de cosas simples,
de lloviznas y de grandes lluvias y de los recuerdos de la infancia.
Se precisa un amigo para no enloquecer,
para contar lo que se vio de bello y de triste durante el día,
de los anhelos y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad.
Debe gustar de las calles desiertas,
de los charcos de agua y los caminos mojados, del borde de la calle,
del bosque después de la lluvia,
de acostarse en el pasto.
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir,
no porque la vida es bella,
sino porque se tiene un amigo.
Se necesita un amigo para dejar de llorar.
Para no vivir de cara al pasado,
en busca de memorias perdidas.
Que nos palmee los hombros,
sonriendo o llorando,
pero que nos llame amigo,
para tener la conciencia de que aún se vive.

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