martes, 9 de febrero de 2010

UN ESCRITO PARA SAN VALENTIN

Esta es una carta con la que participé en un concurso literario de Pamplona en el 2005, y aunque no saqué el primer premio la verdad es que no quedó mal ranqueada.
El concurso era justamente "Cartas de Amor para San Valentín".
Fue un buen divertimento literario ponerse en la piel y los zapatos de una mujer y pensar cómo puede llegar a sentir el amor.
No obstante creo que a todos los hombres nos haría bien, de vez en cuando, pensar en este tipo de proyección; estoy convencido que nos haría más sensibles y sabríamos comprender más y mejor los sentimientos de nuestras esposas, novias, amantes, o amigas.


Buenos Aires, 14 de febrero de 2007
Seguramente estarás extrañado al recibir una carta mia. A veces, a algunas personas se nos niegan cosas que para cualquier otro ser humano forma parte de lo cotidiano, de lo normal.
Hoy es un día especial, hoy es aquel preciso día en que todo el mundo celebra lo que yo, por necesidad y costumbre, todos los días vendo.
Me doy cuenta que no sé cómo llamarte. ¿ De verdad tu nombre es Roberto ? o es tan sólo el nombre que conmigo utilizas ? No importa. Creo que de todas formas es hora de comenzar a desnudarnos, no como lo hacemos cuando vienes a mí, sino de una forma más completa y honesta. Es hora de desnudar el alma.
No me llamo Marlene, mi nombre es Rocio. Esa soy yo, ese es mi nombre verdadero. No sé si sea importante o no, pero mi apellido es Manriquez; y nací hacen 32 años, acá mismo, en Buenos Aires.
Yo no sé escribir muy bien. No pude estudiar mucho. Yo creo que uno es lo que va a ser, ya desde chiquito.
El que va a ser doctor es inteligente desde que nace, y la que va a ser puta, como yo, carga con sus limitaciones desde la misma cuna.
No creas que escribo para llorar mis penas. Te escribo para declararte un amor a destiempo.
Comenzastes como un cliente más, y te transformaste despacito en alguien especial.
Yo no tuve muchas cosas especiales en mi vida. Creo que lo más especial fue una bicicleta que me regaló mi abuela; era una bicicleta como cualquier otra, pero tenía un brillo distinto en su pintura ( o eso creía yo ) que la hacia única. Ese es el brillo que yo comencé a ver cada vez que me buscabas. Qué estupida, no se me ocurre otra cosa que decir que me enamoré de tu brillo de bicicleta.
Disculpa la letra, además de tener poco estudio me tiembla la mano al escribirte esta carta.
Me duele mi corazón y me duele la vida de mierda que me separa para siempre de mi "brillo de bicicleta".
Estoy enferma, sabes.
No te asustes, no te escribo para decirte que también lo estás. Yo te cuidé aún antes de sospecharlo, por las dudas, por si acaso.
Las mujeres como yo siempre estamos expuestas a que algún tipo no se quiera cuidar y nos obligue, a veces a los golpes, a estar con él sin protección.
Estoy enferma. Tengo Sida, maldición, tengo Sida.
Y no me asusta tanto morirme, como me duele no volver a verte.
Ojalá mi vida fuera otra. ¿ Por qué no te conocí en el barrio, en una fiesta, o en el cine?
Es irónico, que todo el amor que siento deba derramarse en un papel y no en tus labios, que el borde de mi mano roce una hoja de carta y no tu cabello al abrazarte.
Estoy apretando el lápiz como si al hacerlo pudiera retenerte y a un tiempo impedir que se me escape la vida.
Me duele este amor en cada célula viva de mi cuerpo; ese cuerpo que pronto dejará de ser un conjunto de células vivas para ser tan sólo un recuerdo vivo, tal vez, nada más que en tu memoria.
Recordarás a la puta que te amó, pero que lo hizo de una manera tan pura y tierna, que todo el lodo que la rodeaba jamás ensució su corazón, ni mancilló tu brillo de bicicleta.
Un día que te ví en la ciudad, te seguí hasta el lugar donde trabajas. Por eso esta carta la dejaré allí; y le diré a la recepcionista que te la entregue. No puedo decir tu nombre porque no sé si es verdadero, pero te describiré sin explicar quién soy ni de dónde te conocí.
No me busques, si es que quieres hacerlo, porque me voy, no sé dónde, pero lejos.
Es gracioso, pero se me acaba de ocurrir que es mejor que me vaya yendo de a poco asi no me duele tanto cuando tenga que irme del todo.
Voy a irme tan lejos como pueda, a algún pueblo donde hayan menos autos y más bicicletas.
Quiero pedirte que no sigas buscando el amor en las que son como yo. Tengo miedo que te enfermes.
Creo que también te lo pido porque siento que me estarías engañando.
Ya te lo dije, soy medio bruta, y de tan bruta te amo como a un esposo.
¿ Existe Dios ? Espero que sí, para que perdone mi vida y me reciba del otro lado, muy pronto cuando me vaya. También para que te cuide.
He dado muchos besos en mi vida, sin embargo es este que ahora no te puedo dar, el único que en verdad estoy dando.
Te amaré por siempre.
Rocio.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario