lunes, 21 de diciembre de 2009

CAMPO, MINERIA Y RECURSOS ENERGETICOS

Argentina ha sido y es un país eminentemente agrícola y ganadero.
La generosidad de su suelo y su inmensa variedad climática le ha posibilitado ganarse un lugar de reputación mundial merced a sus granos y su carne.
El mundo va hacia una necesidad creciente de alimentos y nosotros podemos dar satisfacción a gran parte de esa demanda alimentaria mundial.
Nuestro vasto litoral marítimo nos permite además un abundante y variado recurso pesquero que no ha sido debidamente explotado aún.
A su vez la riqueza del subsuelo argentino, de modo particular en la explotación petrolera, nos debería permitir una solvencia económica en un mundo cada vez más sediento de petróleo.
Argentina cuenta con la tecnología necesaria para la extracción y enriquecimiento del uranio necesario para la puesta en marcha de centrales nucleares que permitan un mayor recurso energético tanto para el consumo interno, como para la exportación a países limítrofes. Igual consideración vale para los recursos acuíferos aprovechables para la generación de energía hidroeléctrica.
Es necesario hacer de estas áreas uno de los ejes principales de la economía nacional.
Propongo estudiar nuevamente los impuestos a las exportaciones de granos y cereales, buscando facilitar la venta de esos productos en los mercados internacionales, sin detrimentar las ganancias que genuina y justamente pretenden obtener quienes trabajan la tierra. En ese marco también será necesaria una mirada profunda a los salarios y beneficios del empleado rural, de modo que la mayor ganancia de los hacendados se traduzca también en una mejor redistribución de la riqueza respecto de la gente que trabaja en la faena rural.
Es necesario redefinir el rol de las embajadas y consulados argentinos en el exterior. Los mismos deben transformarse, más allá de su labor diplomática, en verdaderas oficinas comerciales que estén atentas a lo que el mundo necesita y quiere comprar. Captar necesidades, y exponer y promocionar activa y permanentemente nuestros productos y servicios, debería ser una de las labores indelegables e insoslayables de nuestras representaciones diplomáticas. Es urgente volver a ubicar a Argentina dentro de un esquema de competitividad comercial. En ese sentido organismos como el INTA, la UTN y otros, deberán trabajar en el asesoramiento para la obtención de mejores cosechas y maquinaria más eficiente a fin de ofrecer lo que otros países pudieran requerir del nuestro.
Se organizarán líneas de crédito blando para la pequeña y mediana empresa y para los pequeños y medianos productores a fin de permitirles un crecimiento tecnificado.
Es imprescindible apoyar el crecimiento descentralizado del País, con esa intención se motivará mediante reducciones impositivas y con subsidios en las exportaciones a aquellas empresas u organizaciones que muevan sus oficinas matrices y plantas de producción y almacenaje desde la Capital Federal y Buenos Aires hacia el resto de las provincias argentinas.
El crecimiento de polos de desarrollo regionales es otra herramienta para luchar contra la delincuencia y la falta de oportunidades.
Una fuerte política de prospección del subsuelo marítimo se llevará a cabo a fin de identificar reservas petroleras viables de ser explotadas de forma inmediata.
La obtención de recursos minerales del subsuelo se promoverá y se estimulará con la estricta condición que cause el menor impacto ecológico posible. A tal fin se observarán los estándares internacionales para cada tipo de explotación.
Parte de las ganancias de las empresas que realicen explotación minera y del subsuelo deberá ser destinada a emprendimientos de regeneración de ecosistemas afectados por esa actividad.

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